ECHMIADZIN, 19 DE JUNIO, ARMENPRESS. El 19 de junio, la Iglesia Apostólica Armenia celebró la Fiesta de San Echmiadzín. Con motivo de la simbólica fecha, toda la congregación de la Santa Sede de Echmiadzín, presidida por el patriarca supremo y katolikós de todos los armenios, S.S. Karekín II, se trasladó al monasterio de Santa Gaiané, donde ofició la divina liturgia el gran sacristán de la Santa Sede, monseñor Mushegh Babaián.

Se encontraban presentes además obispos que ocupan cargos en diferentes estructuras de la Santa Sede, primados de las diócesis armenias y muchos peregrinos.

Al referirse al significado de la festividad, el obispo señaló que “aquí, bajo los arcos de esa santa iglesia, se encuentra el pueblo creyente  para  fortalecerse con  San Echmiadzín, ser testigos del poder de su fe, renovar la alianza hecha por sus santos padres con Cristo y su  lealtad a la Santa Sede. "

"Nuestra nación volvió su mirada al Unigénito, quien descendió y señaló el lugar donde debía levantarse su casa de oración, donde se estableció el trono sacerdotal, desde donde se nutre y fortalece el corazón armenio creyente, la mente creadora del pueblo armenio, la voluntad honesta y poderosa de los armenios.

Con sus 1719 años, nacida de una visión y corporizada con los esfuerzos de un patriarca apostólico y un rey piadoso, la Santa Sede de Echmiadzín es el lugar de peregrinación nacional más sagrado del pueblo armenio, debido a su antigüedad y visión milenarias y a  su rol nacional, eclesiástico, cultural e histórico en la vida del pueblo armenio. Cada una de sus piedras es testigo de nuestra sagrada fe, con la que se tejió nuestra historia, sobre la que se fundó nuestra nación. Las piedras aparentemente silenciosas están vivas; nos hablan desde las profundidades de los tiempos y escuchan nuestras oraciones para hablarnos de los siglos venideros.

Nuestra patria es un mundo de santuarios y jachkares (cruces en piedra) históricos, donde la belleza y la dulzura de la mente, el alma, el corazón y las manos del pueblo armenio han sido inmortalizados con la sangre derramada en cada pedazo de tierra, piedra y roca. Nuestros antepasados, con sus más puros sentimientos de orgullo nacional, conservaron y preservaron San Echmiadzín como una reliquia preciada, como una fuente de luz y esperanza, como una visión de un futuro brillante", dijo el obispo Mushégh, tras lo cual instó a los feligreses a conservar ese sagrado legado con voluntad firme: los invitó a comprometerse y a permanecer fieles a su mensaje de  amar a Dios, amar a la madre iglesia y a la patria, dar la vida por la fe y por la patria.

"Uniéndose a San Echmiadzín y bajo la diestra del Iluminador es como el armenio se mantuvo armenio, continuó creando, celebrando victorias al pie del bíblico Monte Ararat, recreó su primera república, de la que somos herederos. No hay duda de que hoy vivimos en San Echmiadzín. Echmiadzin es inquebrantable, la nación armenia es inquebrantable. Prosternémonos como nación ante la majestuosidad de esta institución sagrada, única y eterna. Alabemos al Señor porque hoy la Iglesia armenia continúa con su eterna misión basada en Dios exactamente desde el mismo lugar donde estaba en el siglo IV”.

Finalmente, el obispo Mushégh deseó que las oraciones surgidas de los corazones de los feligreses sean escuchadas por Dios; que el Señor otorgue larga vida al katolikós, y que Cristo guarde firme a la Santa Sede fundada por Él, para que el pueblo armenio y la Santa Iglesia Apostólica Armenia continúen viviendo en paz y bajo sus bendiciones.

Al final de la liturgia, presidida por el katolikós de todos los armenios y patriarca supremo, S.S. Karekín II, se ofició la  ceremonia de Acción de Gracias por San Echmiadzín, a través de la cual los feligreses oraron por  la perpetuidad de su sagrada misión.