BRUSELAS, 7 DE SEPTIEMBRE, ARMENPRESS. Francois Xavier Bellamy, miembro del Parlamento Europeo y del Grupo de Amistad Consejo Europeo-Armenia, brindó una entrevista al corresponsal de Armenpress en Bruselas y manifestó que está convencido de que si se aplica la primera serie de sanciones estrictas contra Azerbaiyán, Aliyev comprenderá que debe detener la agresión. El eurodiputado afirmó que hay vidas humanas en peligro y que Europa no puede permanecer en silencio, oponiéndose a sus propios principios. Según Bellamy, es necesario llevar a Aliyev a la realidad para que comprenda que es Azerbaiyánquien necesita a Europa, no Europa a Azerbaiyán. El diputado considera inaceptable la política de la Unión Europea de solicitar tanto a Azerbaiyán como a Armenia que alivien la tensión. Según él, es inaceptable poner un signo de igualdad entre el criminal y la víctima.

Señor Bellamy, usted sigue muy de cerca los acontecimientos en Armenia y Artsaj. Esta primavera incluso llegó al Corredor de Lachinpara ver la situación con sus propios ojos. Estuvo recientemente en Ereván. ¿Por qué la política del régimen de Aliyev queda impune? ¿Cuál es su conclusión?

Por falta de voluntad política. Desafortunadamente, los países europeos imaginan la situación de una manera muy primitiva. Centrándose en la guerra de Ucrania, que es el tema principal, olvidan que si queremos ser coherentes, no podemos dejar de imponer sanciones al régimen de Aliyev, que es culpable de violaciones muy graves del derecho internacional. En este caso se viola el derecho humanitario. Hace unos meses presenté una enmienda para que el Parlamento Europeo exigiera sanciones contra Aliyev, y esta enmienda fue aprobada. Ahora estamos esperando que la Comisión finalmente actúe para que podamos simplemente implementar las medidas. Hoy en día hay vidas humanas en riesgo. En los últimos días, varios soldados armenios murieron o fueronheridos como consecuencia de una agresión totalmente injustificada. Repito una vez más: están en juego vidas humanas y no tenemos derecho a permanecer en silencio.

Es evidente que Azerbaiyán está tratando de hacer aceptables sus condiciones mediante el uso de la violencia y la fuerza. Hace unos días, lanzó una nueva agresión contra el territorio soberano de Armenia, como resultado de la cual la parte armenia sufrió bajas. La respuesta de la UniónEuropea es preocupante, ya que no hace más que plantear una profunda preocupación y un llamado a las partes para que respeten el alto el fuego. El vocabulario utilizado por la UE se ha vuelto elemental. Creo que el enfoque es decir algo por el simple hecho de decirlo. ¿Cómo explicaría esta actitud, teniendo en cuenta que se trata de la misma Unión, que intenta ser mediadora y tiene grandes ambiciones respecto a un posible tratado de paz?

Quizás los dos estén relacionados. La política de apelar a ambas partes es inaceptable. El hecho de poner a los dos bandos en el mismo plano equivale a confundir al agresor, al atacante, al criminal y a la víctima, viéndolos como iguales. Así como podemos condenar la agresión de Rusia cuando ataca a Ucrania, y no pedimos a ambas partes que estén de acuerdo, debemos dejar claro que aquí hay un perpetrador que está planificando, y, además, asumiendo la responsabilidad de sus acciones por medio de ataques y agresiones. Y por el otro lado, hay un país y un pueblo inocente que sólo quiere vivir en paz en su patria. Por lo tanto, no podemos poner a ambas partes al mismo nivel; de lo contrario, como usted ha dicho, estamos dispuestos a aceptar que Aliyev consiga su reclamo. En otras palabras, la violencia es más importante que la ley y el crimen es más importante que los hechos. Si aceptamos esto, mañana viviremos en un mundo mucho más peligroso. Creo que la razón es la buena fe de algunos dirigentes europeos que creen que pueden ser mediadores y no quieren romper el diálogo con alguna de las partes implicadas. También creo que el diálogo es importante, pero no puede ser a expensas de la sencillez. Y, por supuesto, debemos preservar la paz, pero crear las condiciones para la paz implica primero garantizar la justicia, porque de lo contrario, paradójicamente, volvemos a poner en peligro la paz a una escala mucho mayor que en la región del Cáucaso.